Viene de lejos. Los incondicionales de los Beatles llevan años enfurruñados con Apple Corps Limited, la cicatera empresa que gestiona el legado del grupo. Esencialmente, el núcleo duro de la beatlemanía se queja de que ni se remoza ni se amplía la discografía del cuarteto.
En 2006, algunos fans celebraron que el gerente histórico de Apple, el galés Neil Aspinall, fuera reemplazado por Jeff Jones, respetado disquero estadounidense que estableció nuevos estándares para reediciones con Legacy, sello especializado en explotar el catálogo de Sony. Sin embargo, nada ha cambiado. Todavía no se venden en iTunes las clásicas de los Beatles, como se anunció cuando firmaron la paz Apple Corps y el gigante informático Apple Inc.
A veces, los fieles sienten que les insultan. En 2008, se aguardaba algún tipo de lanzamiento para celebrar los 40 años del deslumbrante Álbum blanco. Apple finalmente puso a la venta -a través de beatles.com- una pluma estilográfica conmemorativa, una bicoca a 400 libras, más camisetas, bolsos y similares.
La última novedad musical data de finales de 2006 y fue el CD Love, remezclas de George y Giles Martin que sirven como base del espectáculo homónimo que el Cirque du Soleil presenta en Las Vegas. Hace unos meses, salió un DVD, All together now, documental sobre la puesta en marcha de Love que revela cuán difíciles de contentar son Paul McCartney, Ringo Starr y los herederos de George Harrison y John Lennon.
Aparte de la necesidad de ingresos millonarios (más acuciante para Ringo, que posee pocas canciones firmadas), cada accionista tiene su agenda oculta. McCartney intenta rectificar su imagen de peso ligero musical e ideológico con la reivindicació n de sus audacias en los años sesenta: hace poco, anunció orgulloso la salida de Carnival of light, un collage de 14 minutos fechado en 1967. Típicamente, no se ha materializado: incluso sir Paul necesita el nihil obstat de sus socios (y el rencoroso Harrison ya vetó su inclusión en Anthology, la colección oficial de rarezas).
Entre los adictos a los Beatles, indigna la renuencia de Apple a mejorar su discografía. Sus elepés, digitalizados en 1987, no se han beneficiado de la última tecnología sonora, aunque siguen a precio alto; se esperaba que, con su salida a iTunes, se relanzarían en versiones remasterizadas, que ya han sido realizadas (y son, se dice, realmente espectaculares) . Tampoco han sido sometidos al proceso upgrade a lo Legacy, que supondría, aparte del sonido potenciado, temas extra y textos explicatorios.
Todos los minuciosos planes de reediciones -en discos compactos y en DVD- de Jeff Jones están congelados, aparentemente por divergencias menores entre los implicados. Los propietarios no se inquietan: esperan una lluvia de oro cuando Harmonix comercialice un videojuego tipo Rock band con la música de los Beatles.
Así que algunos seguidores han puesto manos a la obra. Hacen ediciones exhaustivas de la música de los Beatles, que se encuentran en soporte físico en determinadas tiendas y que -gratuitamente- se pueden descargar en Internet. En complicidad con empleados anónimos de Apple y EMI, han tenido acceso a casi todo lo inédito de los Beatles.
Así, Purple Chick pone en circulación el sonido registrado en magnetofón Nagra por el equipo del cineasta Michael Lindsay-Hogg, que rodó en 1969 una película sobre la elaboración de Let it be. Bajo el título A/B Road, son 96 horas que ocupan 83 discos (hay editores piratas que lo ordenan día a día). Considerando que Let it be resultó un disco comparativamente flojo, marcado por tensiones internas, sólo oyentes obsesivos se atreverán a digerir semejante sobredosis.
Sin embargo, Purple Chick también confecciona modélicos upgrades de los elepés oficiales. La deluxe edition de Revolver suma un single de la misma época, con Paperback writer y Rain. Esas 16 canciones están disponibles en mono y estéreo, y enriquecidas por otros dos CD de mezclas alternativas y un quinto compacto de tomas de estudio, que permiten escuchar -por ejemplo- cómo tomó forma Here, there and everywhere.
Purple Chick igualmente junta los entretenidos singles navideños para miembros del Fan Club (nunca publicados legalmente), infinidad de grabaciones en directo, las canciones que cedieron a otros artistas o una colección de sesiones para la BBC en 10 compactos (la versión Apple se limitaba a un doble CD).
Otro sello clandestino, Lazy Tortoise, recupera cronológicamente en audio las entrevistas de los Beatles. Por su parte, un ente llamado FAB reúne en DVD todas las apariciones del grupo en cine y televisión.
De fondo, el conflicto entre el jurídicamente reconocido derecho de los artistas a controlar su obra y el humanamente comprensible deseo de los admiradores de tenerlo todo. Hasta los directivos de Apple reconocen tácitamente esa pasión: aparte de alguna redada esporádica, no se obsesionan por impedir la difusión de ese ingente material. Saben que, si sacaran ediciones autorizadas, hasta los pirateadores correrían a comprarlas.
En 2006, algunos fans celebraron que el gerente histórico de Apple, el galés Neil Aspinall, fuera reemplazado por Jeff Jones, respetado disquero estadounidense que estableció nuevos estándares para reediciones con Legacy, sello especializado en explotar el catálogo de Sony. Sin embargo, nada ha cambiado. Todavía no se venden en iTunes las clásicas de los Beatles, como se anunció cuando firmaron la paz Apple Corps y el gigante informático Apple Inc.
A veces, los fieles sienten que les insultan. En 2008, se aguardaba algún tipo de lanzamiento para celebrar los 40 años del deslumbrante Álbum blanco. Apple finalmente puso a la venta -a través de beatles.com- una pluma estilográfica conmemorativa, una bicoca a 400 libras, más camisetas, bolsos y similares.
La última novedad musical data de finales de 2006 y fue el CD Love, remezclas de George y Giles Martin que sirven como base del espectáculo homónimo que el Cirque du Soleil presenta en Las Vegas. Hace unos meses, salió un DVD, All together now, documental sobre la puesta en marcha de Love que revela cuán difíciles de contentar son Paul McCartney, Ringo Starr y los herederos de George Harrison y John Lennon.
Aparte de la necesidad de ingresos millonarios (más acuciante para Ringo, que posee pocas canciones firmadas), cada accionista tiene su agenda oculta. McCartney intenta rectificar su imagen de peso ligero musical e ideológico con la reivindicació n de sus audacias en los años sesenta: hace poco, anunció orgulloso la salida de Carnival of light, un collage de 14 minutos fechado en 1967. Típicamente, no se ha materializado: incluso sir Paul necesita el nihil obstat de sus socios (y el rencoroso Harrison ya vetó su inclusión en Anthology, la colección oficial de rarezas).
Entre los adictos a los Beatles, indigna la renuencia de Apple a mejorar su discografía. Sus elepés, digitalizados en 1987, no se han beneficiado de la última tecnología sonora, aunque siguen a precio alto; se esperaba que, con su salida a iTunes, se relanzarían en versiones remasterizadas, que ya han sido realizadas (y son, se dice, realmente espectaculares) . Tampoco han sido sometidos al proceso upgrade a lo Legacy, que supondría, aparte del sonido potenciado, temas extra y textos explicatorios.
Todos los minuciosos planes de reediciones -en discos compactos y en DVD- de Jeff Jones están congelados, aparentemente por divergencias menores entre los implicados. Los propietarios no se inquietan: esperan una lluvia de oro cuando Harmonix comercialice un videojuego tipo Rock band con la música de los Beatles.
Así que algunos seguidores han puesto manos a la obra. Hacen ediciones exhaustivas de la música de los Beatles, que se encuentran en soporte físico en determinadas tiendas y que -gratuitamente- se pueden descargar en Internet. En complicidad con empleados anónimos de Apple y EMI, han tenido acceso a casi todo lo inédito de los Beatles.
Así, Purple Chick pone en circulación el sonido registrado en magnetofón Nagra por el equipo del cineasta Michael Lindsay-Hogg, que rodó en 1969 una película sobre la elaboración de Let it be. Bajo el título A/B Road, son 96 horas que ocupan 83 discos (hay editores piratas que lo ordenan día a día). Considerando que Let it be resultó un disco comparativamente flojo, marcado por tensiones internas, sólo oyentes obsesivos se atreverán a digerir semejante sobredosis.
Sin embargo, Purple Chick también confecciona modélicos upgrades de los elepés oficiales. La deluxe edition de Revolver suma un single de la misma época, con Paperback writer y Rain. Esas 16 canciones están disponibles en mono y estéreo, y enriquecidas por otros dos CD de mezclas alternativas y un quinto compacto de tomas de estudio, que permiten escuchar -por ejemplo- cómo tomó forma Here, there and everywhere.
Purple Chick igualmente junta los entretenidos singles navideños para miembros del Fan Club (nunca publicados legalmente), infinidad de grabaciones en directo, las canciones que cedieron a otros artistas o una colección de sesiones para la BBC en 10 compactos (la versión Apple se limitaba a un doble CD).
Otro sello clandestino, Lazy Tortoise, recupera cronológicamente en audio las entrevistas de los Beatles. Por su parte, un ente llamado FAB reúne en DVD todas las apariciones del grupo en cine y televisión.
De fondo, el conflicto entre el jurídicamente reconocido derecho de los artistas a controlar su obra y el humanamente comprensible deseo de los admiradores de tenerlo todo. Hasta los directivos de Apple reconocen tácitamente esa pasión: aparte de alguna redada esporádica, no se obsesionan por impedir la difusión de ese ingente material. Saben que, si sacaran ediciones autorizadas, hasta los pirateadores correrían a comprarlas.
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